22 de febrero de 2009
La Ciudad Encantada… Yo más
El día anterior a mi visita a la Ciudad Encanta, le pregunte a José Manuel, el posadero, como llegar a ella… “Ni se te ocurra ir, si aquí en Cuenca hay nieve, aquello que esta 400 metros mas cerca de la luna, debe estar imposible, no vayas.”
Bueno afortunadamente, en este caso, soy cabezota. Amaneció soleado el día, botas de montaña, doble nudo, ropa de ciudad y para el coche a comerse esos 400 metros de más, la hoz del Júcar marca el camino a seguir, hasta que las montañas lo dejan abajote y no se le ve, la primera sorpresa el Ventanuco del Diablo, sabía que andaba por la zona, pero no tenía intención de visitarlo, unos coches aparcados y una batalla de bolas de nieve me convenció para detenerme y asomarme, mereció la pena, el ventanuco en si, con sus chupones de hielo cayendo en busca del suelo para unirse a las aguas que mucho más abajo recorren la hoz con gran estruendo. Esas eran las vistas que nos ofrecía la ventana natural y la sierra conquense nevada.
Hasta aquí el camino fue fácil, pero desde este punto se complicaba poco a poco, nieve sobre el serpenteante asfalto, placas de hielo. Un giro a la derecha, con el cartel Ciudad Encantada, era también indicativo de que las dificultades aumentaban, eso si el paisaje también aumentaba en belleza, abetos cargados de nieve.
Un par de coches estacionados en la propia carretera, pues la nieve impedía acercarse a la cuneta, indicaban la entrada a la Ciudad Encantada, así que sin pensarlo dos veces, para dentro… “Tengan cuidado, está complicado, el suelo resbala, pero se puede hacer el recorrido, sigan las huellas…” ¿Huellas?, ¿qué huellas?, bueno si se notaba más o menos el camino a seguir, aunque a veces la huella hacia desaparecer la pierna hasta la rodilla, no se eso cuanto es en centímetros, no es cuestión de medirlo ahora.
El recorrido es un master en piedras, estas son rocas de gran tamaño, y la primera que te encuentras es la más significativa, el Tormo alto, dos jóvenes sevillanas me piden que les haga una foto, con el Tormo a sus espaldas, la cámara tiene delito, pero quedan conformes, así que más adelante me vuelven a pedir otra foto, y más adelante otra, ahora con el móvil, y…. decido ir más despacio, las sevillanas, con sus playeras desaparecen… ufff... que alivio, bueno también me hicieron fotos ellas a mí, entre risas, por puro compromiso. Siguiente piedra, los barcos… lo digo antes de ver un cartel que lo indicaba, pero es que no podía tener otro nombre… Aparecen las sevillanas de nuevo, en dirección contraria, creo que empachadas de nieve y frío, aunque no lo hacía, (0 grados, ni frío ni calor) pero claro en Sevilla la nieve y el frío no es ninguna maravilla, en fin una pena, que se marchen las sevillanas, por las fotos, claro por las fotos…que no camino sólo. Bueno la nota alegre, buena gente Ojú.
Las rocas se suceden una tras otras, una con rostro humano, hoy con el cabello blanco, me recuerda a alguien. La Foca, otra roca, estaba encantada con su pelota nevada, Los Osos tampoco extrañaban la nieve, y seguro que por culpa de la nieve me perdí alguna otra forma… pero que importa estaba precioso, el mar de rocas, convertido en mar de nieve.
Una zona llamada los toboganes, muy estrechita, y eso en forma de tobogán te lleva hasta el Convento… pena no haber llevado un trineo, sería la envidia del tobotronc de Andorra. El Convento es otra roca con un paso que te lleva a la Plaza Mayor, hoy desolada, aunque me sorprendió no ser el único valiente que visitó la Ciudad Nevada, así que tendré que compartir la gloria con todos ellos, y sus miles de fotos, yo hice más de cien, así que es cuestión de multiplicar, pero como medirme la rodilla, tampoco voy a hacerlo ahora.
En fin José Manuel, hubiera parado de nuevo, si en el Parador, para decirte que menos mal que no te hice caso… pero estoy convencido que me dijiste que no fuera, para que si fuera… simplemente por llevar la contraria. Yo voy a hacer lo mismo con quienes se hayan atrevido a leer esto… Ni se os ocurra ir a la Ciudad Encantada, y mucho menos si esta nevada…
En la entrada o salida del acceso, depende de lo que toque, hay un par de restaurantes y mucho campo sin vallar, pero igual de bonito, ideal para pasar un agradable día, por si no me haces caso y decides ir…
Encantado, esta ciudad si que me gusta… me quede con las ganas de traerme una miniatura del Tormo, pero una piedrecita si se vino en mi bolsillo, de la zona sin vallar, y sin peaje, claro.
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