Con un paraguas como única arma entré en esta villa medieval, para protegerme del único enemigo que hoy día queda, la lluvia, y bueno no presentamos batalla enseguida nos hicimos aliados y las nubes se batieron en retirada, dejando el camino despejado, para enseguida encontrarme con la visión de las torres desmochadas, de esta vieja ciudad, desmochadas por orden real, de Isabel, la primera, también conocida como la católica, junto a su esposo Fernando... entre los dos nos hicieron abandonar la edad media para ser lo que ahora somos.
Cada piedra de esta ciudad tiene una historia que contar, así que yo lo he pasado en grande, alojado a cuerpo de rey en el parador, mi primer parador... fue sólo un fin de semana, pero en estos 2 días y medio el viaje fue el mayor que nunca hice, viaje en el tiempo y me traslade siglos atrás, avanzando poco a poco hasta la fecha de hoy.
Una piedra en La Casa del mono me contó la historia que muro adentro ocurrió hace muchos años...
El señor de la casa, un noble, no conseguía tener descendencia con la señora...
El noble en uno de sus viajes a Las Indias, (nosotros descubrimos Las Indias, que Américo era italiano y nos robo el nombre) bueno a lo que iba, el noble a su regreso trajo con el un esclavo que tenía en aprecio, y este esclavo, si negro para más señas, trajo con el un mono. El mono se hizo el dueño de la casa teniendo los mimos de todos, la señora y el resto de los moradores... pero tiempo después milagrosamente, la señora queda en cinta, (magia negra) bueno no se sabe como y tuvo un varón que paso a ser el mimado. El mono como un humano tuvo un ataque de celos, y devoro al infante. Esto trajo la desgracia a la casa... y bueno el final del mono, la piedra no se decidía en contarme, pero al final me contó... que murió como Drácula acababa con sus víctimas, no el vampiro, el conde... murió empalado.
El recorrido por las desgastadas piedras cacereñas continua, hay muestras de todas las civilizaciones que tomaron por suyas estas tierras, romanos, árabes... el aljibe es uno de los más importantes, y el paso de los cristianos, primero en la época feudal, cada palacio tenía su señor y por eso sus torres tenían almenas para defenderse de las luchas entre señores, hasta que la citada Isabel impuso el orden que tantos siglos duro y gracias a el podemos hacer este viaje en el tiempo y disfrutar de esta villa del siglo... XV, XVI, XVII hasta nuestros tiempos
Daban las 4 de la tarde, justo cuando entraba en el campanario de la Concatedral gótica tras subir sus 100 escalones, las campanas sonaban, el sonido, que no ruido, te deja sordo por un momento, pero tuve suerte sólo fueron 4 martillazos sobre el hierro fundido, pudieron haber sido más, hasta 12.
Las cigüeñas ni se inmutaron ellas lo esperaban, pero a mi eso me pillo por sorpresa y cegado por la luz después de la oscuridad en la escalinata, encima eso los campanazos, así que medio desorientado una piedra me susurro al oído... mira al Sur, y verás el palacio de Moctezuma... y me contó algo de su historia...
El renancentista palacio de Toledo-Moctezuma, debe su nombre a la Princesa Isabel, hija del Emperador Moctezuma II, el último emperador Azteca, y que no dudo un segundo en abandonar su Imperio a los españoles para salvarse él y su familia... Aunque él no lo consiguió, murió poco después por las heridas que su pueblo indignado le ocasiono...
El emperador azteca pensó que Hernán Cortés, era Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, le pidió que cuidara de su hija Isabel, y este cumplió su promesa y la trajo a su tierra, la casó dos veces con nobles caballeros, pero se le morían, el tercer matrimonio, no fue pactado sino libre, y de este último y de su anterior marido los Moctezuma, se hicieron un hueco entre los señores españoles construyeron el Palacio, que hoy día lleva su apellido, Los Montezuma han gozado de privilegios durante centurias... ocultos tras nuevos apellidos y títulos primero de España y luego de México, hasta que en 1934 el gobierno mexicano decidió acabar con esos privilegios, los descendientes siguen reclamándolos y se calculan en unas rentas de 90.000 euros anuales, pero eso ya no es historia, eso es presente y futuro...
Cáceres es ciudad patrimonio de la humanidad, no por un gran palacio, sino por todo el conjunto, y la verdad es que da gusto pasear por sus calles, olvidándose del coche, yo lo deje en el Parador, el Palacio de Torreorgaz, a el se llega de forma curiosa... hay que pulsar un botón en un semáforo y te pones al habla con la policía local, que prestos hacen bajar un bolardo y eso aparcas el coche y te olvidas de el hasta que abandones la villa.
Hay muchos museos que ver, muchos palacios, exposiciones virtuales... todos ellos gratuitos, y como siempre hay que hacer caja, en la Concatedral, por dos veces... una para verla y otra para subir al campanario... hay que subir y sentirse cigüeña y bueno si son las en punto cuidadín con los oídos... y también hay que pasar a algún convento... ver el torno y a nada que te descuides entablar conversación con las monjitas... no las ves... pero las escuchas y son todo bondad, aunque yo creo que harían más bien fuera de esas cuatro paredes, pero es su decisión yo la respeto y eso si, disfruto de los dulces que ofrecen.
Cuando cae la noche, Cáceres se trasforma es otra, la iluminación resalta cada rincón y bueno las cigüeñas son estrellas con su foco como los artistas de Hollywood. Pero allí se quedan en su nido. Yo por desgracia tengo que levantar el vuelo en busca de otro lugar donde me permitan posarme... quién sabe donde, quizá otra ciudad sin abandonar esta ruta, la de la plata, lo meditare tomando un aperitivo en la Plaza Mayor.
Unas palabras modernas
para despedirme
de esta villa vieja...
Cáceres MOLA, MOGOLLON,
palabras tan modernas
como este escudo de armas
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